¡CREAS LO QUE CREES!

“CREAS  LO QUE CREES” Toda nuestra vida y nuestro destino está marcado por aquello que creemos, ya que el mundo es como es, aunque lo vemos según como somos nosotros, según como pensamos, según como nos sentimos, o mejor dicho … Sigue leyendo

El Color de la Vida

La Vida ha sido creada a color por un maravilloso Pintor Amoroso, sólo miremos a nuestro alrededor, o simplemente levantemos la mirada al firmamento con sus diversos azules, las nubes en todos los blancos deseados, las aves volando con sus … Sigue leyendo

LA GRATITUD Y RECONOCIMIENTO

Imagen

 El diccionario de la Real Academia Española define así la gratitud: «Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera». Algunos sinónimos o ideas afines, serían: agradecimiento, gracias y reconocimiento.

 Así pues, la gratitud es una actitud o espíritu de agradecimiento. Es ser consciente de lo bueno que nos pasa, las bendiciones de nuestra vida, y no limitarnos a darlo por hecho.

 Alguien lo expresó así:

 «Esta es la clave de la vida: Espera que todo te sea dado desde arriba; sin embargo, sorpréndete de verdad y ten un agradecimiento eterno cuando llegue todo eso. Espera tener todo lo bueno, y al mismo tiempo, no des nada por descontado. Si hay una clave de la vida, es esta». C. JoyBell C.

 Ese autor sí que dio en el blanco con relación a la clave de la vida, que es el hecho de que lo bueno que hay en nuestra vida, las bendiciones que tenemos, las cosas que disfrutamos, todo viene de arriba; son los regalos que Dios nos da, Su magnífico regalo que ha dado a cada ser humano. Cuando hacemos una pausa por un momento y miramos a nuestro alrededor, cuando vemos los pájaros, el cielo, el paisaje, las flores, las plantas, cuando admiramos la belleza natural que nos rodea y nos damos cuenta de que todo proviene de Dios, de Su amor por nosotros, nos da una razón para estar agradecidos. Las cosas que disfrutamos —el amor que tenemos, y que damos a otros, o nuestros niños, nuestras experiencias— tienen su raíz en el hecho de que Dios nos ama y nos ha creado.

 En la Biblia se habla de gratitud, de acción de gracias. En las Escrituras se habla mucho de estar agradecidos con Dios, que es el dador de vida y de las bendiciones que tenemos.

 Se nos dice que lleguemos ante Su presencia con alabanza, que lo alabemos, que lo exaltemos con alabanzas, que abundemos en acciones de gracias. Encontré casi 50 versículos en la Biblia donde se nos pide que expresemos agradecimiento a Dios.

 Leí este relato conmovedor de Thomas Monson, y se lo voy a leer a ustedes ahora.

 El viernes, la policía del Distrito de Columbia subastó unas 100 bicicletas que no habían sido reclamadas. Al subastarse la primera bicicleta, un niño de 11 años ofreció:

 —Un dólar.

 Se ofreció, sin embargo, una cantidad mucho mayor. Cada vez que se subastaba otra bicicleta, el niño repetía esperanzado:

 —Un dólar.

 El subastador, que llevaba 43 años subastando las bicicletas robadas que no se habían reclamado, notó que las esperanzas del niño parecían aumentar cuando se subastaba otra bicicleta de carreras.

 Al final, solo quedaba una bicicleta de carreras. La puja llegó a ocho dólares.

 —¡Vendido al niño por nueve dólares! ­—exclamó el subastador.

 Sacó ocho dólares de su bolsillo y pidió el dólar al niño. El muchacho entregó el dinero en monedas de uno, cinco, diez y veinticinco centavos. Tomó la bicicleta y empezó a marcharse. Caminó apenas unos metros y se detuvo. Con cuidado estacionó su nueva posesión y volvió. Abrazó con agradecimiento al subastador, colgándose del cuello y lloró.

 Deberíamos hacernos esta pregunta: «¿Cuándo fue la última vez que sentí un profundo agradecimiento, como el de ese niño?» Thomas S. Monson, Think to Thank, Ensign, noviembre de 1998.

 ¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a Dios, y le diste gracias desde lo más hondo del corazón por todo lo que Él ha hecho por ti? ¿Cuándo fue la última vez que diste gracias a Jesús por lo que Él pasó a fin de darte la salvación y la vida eterna? Su sacrificio no fue un acto de bondad espontáneo, sino la decisión de llevar tus pecados, de modo que no solo tuvieras la bendición de Dios en esta vida, sino vida eterna con Él. Dio Su vida por ti en particular. ¿Le has agradecido últimamente? ¿Vives con agradecimiento a Dios?

 Cada uno de nosotros recibe el cuidado y amor de Dios. Él hace que salga el sol sobre los justos e injustos. Debido a Su bondad y amor puros, lo da a todos. Solo porque ama Su creación.

 Y la respuesta adecuada a todo lo que Dios ha dado es estar agradecidos, alabarlo y expresar agradecimiento. Debemos tener gratitud hacia Dios por todo lo bueno que proviene de Él y Su amor. Él es el que nos da todo lo bueno.

 Ahora bien, es muy fácil quejarse cuando la situación no es como queremos. Sin embargo, hay muchísimas cosas que Dios nos da, que tenemos la bendición de disfrutar. Y cuando hacemos una pausa y reflexionamos en ello, algunas que me vienen a la mente son: Pues, que desperté esta mañana y me fue dado otro día de vida, que veo la belleza de Su creación, una flor, un árbol, un pájaro. Que hay agua para beber. Es algo muy bello. Hay alimentos; tengo familia y amigos. Y todas esas son bendiciones de Dios. Procuro tener una actitud de ser más consciente de todos los detallitos que pasan desapercibidos, que en realidad son excelentes bendiciones y que con frecuencia me parecen lo más natural del mundo. Sin embargo, son bendiciones de Dios; quiero tenerlo presente, ser más consciente de eso y pensar más en ello.

 Tener una actitud de agradecimiento hacia Dios crea en nuestro interior una actitud agradecida en la vida y todo lo que nos traiga.

 Al reflexionar al respecto, vemos que cada uno de nosotros ha sido muy bendecido. Incluso si enfrentas una lucha o un desafío, o tal vez algo te resulta muy difícil, si ves tu vida desde el prisma de la gratitud, puedes encontrar muchísimo que agradecer, incluso en medio de problemas, sufrimientos y tribulaciones.

 Incluso si tienes alguna enfermedad o dolencia, puedes mantener una actitud de agradecimiento en la vida. Puedo dar un ejemplo muy cercano. María, mi amada esposa, ha sufrido por más de 25 años una enfermedad de los ojos. A menudo no puede valerse de sus ojos para nada y debe mantenerlos cerrados. Además, se pone lentes de sol en interiores y exteriores. No puede leer ni ver televisión ni películas, porque eso le causa dolor. A veces tiene los ojos infectados, con pus, y no los puede abrir. Sin embargo, a pesar de todo expresa gratitud. Está agradecida de tantas cosas que hay en su vida. En realidad, creo que está mucho más agradecida que yo de la vida en general y todas las maravillas grandes y pequeñas que disfrutamos a diario. Su perspectiva agradecida minimiza su dolencia, la cual es un hecho, un desafío constante y de toda la vida. Sin embargo, ella es muy positiva con relación a su enfermedad y tiene una actitud de alabanza. Tengo la certeza de que también ustedes conocen a muchas personas que irradian gratitud en medio de las dificultades.

 El agradecimiento es una actitud, muchas veces se le llama la actitud de gratitud. Es una manera de andar por la vida. Podemos optar por hacer que la gratitud sea parte integrante de nuestra vida.

 Independientemente de nuestras circunstancias, salud, situación económica o cualquier otro desafío que tengamos en nuestra vida, tenemos muchísimo que agradecer a Dios. Y se nos pide que lo alabemos, le demos gracias y tengamos gratitud hacia Él. Sin embargo, también hay otra razón para ser agradecidos y tener una actitud de gratitud.

 Zig Ziglar lo expresó bien cuando dijo:

 «Cuanto más se expresa la gratitud por lo que se tiene, más motivos se tienen para expresar gratitud».

 La gratitud es una potente ley espiritual. Nos acarrea cosas buenas. La gratitud hace que desciendan las bendiciones de Dios.

 Es probable que hayan escuchado a alguien decir: «Se encuentra lo que se busca». Cuando uno está constantemente agradecido, la mente se concentra en lo bueno, en lo positivo. Por ende, se encuentran más cosas buenas cuando uno mira alrededor y a medida que transcurre la vida cotidiana. Debido a que la actitud que se tiene en la vida destaca lo positivo, se crea y genera más bien, más alegría, más felicidad.

 ¿Han conocido a alguien que piensa que todo le va salir mal, que al final no saldrá bien? ¿Qué si hay algo que puede traer mala suerte o salir mal, por supuesto que va a suceder? ¿Y saben qué? Para las personas que piensan de esa manera, a menudo resulta así. Es casi asombroso que cuando alguien tiene esa actitud, en muchos casos algo no sucede o la situación sale mal.

 Naturalmente, también lo contrario es cierto. Hay personas que esperan que todo salga bien. Confían en que las cosas marcharán bien, que el plan se llevará a cabo, que el resultado final de la reunión será a su favor, y así sucesivamente. ¿Y saben qué? Las cosas les salen bien a esas personas. Pareciera que van «de poder en poder» y que siempre tienen noticias asombrosas.

 Mateo 7:7 dice: «Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá». En esencia, eso dice que cuando se tiene una actitud expectante, cuando uno busca, hace lo que puede y tiene fe para algo, lo conseguirá.

 Marcos 9:23 dice: «Si puedes creer, al que cree todo le es posible». ¿Qué tan positivo es eso? ¡Todo es posible!

 La gratitud hace que pensemos en lo que tenemos en vez de en lo que no tenemos. Hace que nos concentremos en las bendiciones, en todas las cosas estupendas que tenemos. Uno no ve lo que le falta, lo que se pierde, lo que necesita, ni lo que todavía no ha recibido. Reconoce que tiene mucho, y está agradecido por todo. Y concentrarse en lo que se tiene, en la abundancia de lo que se tiene, abre la puerta para que lleguen más bendiciones de Dios a nuestra vida.

Cuando se pone en práctica la gratitud, la situación mejora para nosotros. La gratitud tiene otros aspectos estupendos: 

1. Cuando se siente y se expresa gratitud, al mismo tiempo no se puede tener ansiedad, preocupación ni temor.

 Es algo parecido a decir: «Cuando se deja entrar la luz, las tinieblas huirán por sí solas». El temor y la gratitud no pueden ocupar el mismo espacio. Tener esa actitud de agradecimiento y permanecer en ese estado es una manera eficaz de combatir el temor y la preocupación.

 2. Cuando tejemos gratitud en la tela de nuestra vida, le caemos mejor a la gente.

 ¿Por qué? Sencillamente porque será más agradable estar en nuestra presencia. A la gente le gusta estar entre personas optimistas, positivas y esperanzadas. Le gusta la energía, las buenas vibraciones, el enfoque positivo de la vida. Cada persona enfrenta desafíos y tiene sus propios deseos ardientes; y nadie quiere echarse encima más malas noticias o dolor. Es muy renovador y reconfortante estar con personas agradecidas y que tienen una actitud positiva.

 3. La gratitud mejora la salud y el bienestar general.

 ¿Acaso no queremos todos estar mejor y gozar de mejor salud? Se ha demostrado que poner en práctica la gratitud reduce el estrés, la ansiedad, la preocupación y el temor. Y no solo eso, causa una mejora en enfermedades que están relacionadas con esas emociones, como las cardiopatías, la presión alta y la depresión, entre otras.

 Algo que se puede hacer para cultivar más gratitud en la vida, y pensar más en las bendiciones y todo lo bueno que se tiene, es llevar un diario de gratitud. Cuando hace tiempo pensaba en este tema, decidí empezar a llevar un diario de gratitud.

 Según estudios realizados, escribir las cosas por las que estamos agradecidos conlleva beneficios bastante sorprendentes, como más felicidad, se duerme mejor, hay menos soledad y menos síntomas de enfermedad. Lo que me encanta de la gratitud es que me recuerda lo que Dios ha hecho por mí: las muchas alegrías que tengo en la vida, las oraciones respondidas, las victorias ganadas, lo que Él ha hecho en la vida de mis seres queridos. Me recuerda que Dios está presente en mi vida, y leer lo que Él ha hecho me motiva a amarlo más y a estar más agradecido con Él. Llevar un diario de gratitud ayuda a pensar más en lo bueno. Nos damos cuenta de que cada día es extraordinario, y que los pequeños detalles son maravillas, y al hacer una pausa para recordarlos y escribirlos, los notamos más y los apreciamos más. Agradecer todo lo bueno hace que sucedan más cosas buenas.

 Por último, les dejo un bellísimo texto de Melody Beattie acerca de la gratitud:

 «La gratitud abre la vida a la plenitud. Convierte lo que tenemos en suficiente, y todavía nos sobra. Vuelve el rechazo en aceptación, el caos en orden, la confusión en claridad. Transforma una comida en un banquete, una casa en un hogar, un extraño en un amigo. Hace que el pasado cobre sentido, trae paz a la actualidad y crea un objetivo para el mañana».

 Cultiven la actitud de gratitud. Y si lo hacen, hará que su vida sea muchísimo mejor. ¡Que Dios los bendiga!

 

Por: Peter Amsterdam

Especialmente para ti con mucho amoramore…Myriam.

 

 

LA FE Y LAS CIRCUNSTANCIAS

 Imagen

La manera de afrontar las circunstancias varía según cada persona. Hay muchas maneras. Unos optan por el pesimismo, otros por un optimismo desmesurado y la mayoría por un punto intermedio. Conviene armarse de fe, optimismo y esperanza al afrontar numerosas situaciones. Para ser honestos, todos lidiamos continuamente con un sinfín de problemas. De no enfrentarlos con una buena medida de fe, resulta fácil abrumarse y volverse pesimista. En especial al tratarse de situaciones difíciles o de problemas graves.

Es muy fácil ceder, a menos que se tenga fe y se procure mantener una perspectiva optimista y se crea en las victorias que obtendrá el Señor, incluso de aparentes derrotas. Es perjudicial para el espíritu permitir que los problemas de cada día acaben con la fe. Conduce al desánimo y la angustia.

Algunas personas mantienen la fe y el optimismo siempre que se vean rodeadas de una situación positiva. Pero terminan sucumbiendo ante las dificultades y lo que parecen imposibilidades. Las circunstancias adversas afectan sobre todo a quienes tienen tendencias negativas o actitudes pesimistas. Los tientan a revertir a un estado mental negativo.

En la mayoría de ocasiones, quienes han sido pesimistas o negativos toda la vida no se convierten de la noche a la mañana en personas alegres y llenas de fe. Cuando se ha sido así toda la vida, las tendencias pesimistas suelen estar arraigadas. Se puede tardar mucho en superarlas.

Los cristianos tenemos como objetivo no ser arrastrados por las circunstancias, los problemas y las situaciones que otros enfrentan. Conviene manifestar fe e influenciar a otros para bien. La fe nos defiende de la inacabable sensación de agobio y preocupación que procede de los problemas a los que nos enfrentamos o a los que se enfrentan los demás. No obstante, se necesita una gran medida de fe para superar la ciénaga de dificultades y negativismo, y ayudar a otros a hacer lo mismo.

Una de las cualidades de quienes poseen mucha fe es que no se preocupan tanto. Manifiestan una perpetua confianza en el Señor. Las preocupaciones parecen no hacer mella en ellos. Se figuran que todo terminará por solucionarse, como en efecto suele ocurrir. Ese es el concepto fundamental de la fe. Si puedes creer, al que cree todo le es posible [1].

Estoy convencida de que quienes se dedican continuamente a resolver problemas necesitan de una fe fuertísima. Entre ellos se cuentan los misioneros en países difíciles, quienes aconsejan espiritualmente a otros y quienes asisten a personas desfavorecidas en países en vía de desarrollo. Las personas que se encargan en detalle de los problemas, las emergencias y todas las situaciones adversas que surgen sin parar, deben ser muy estables.

No pueden dejarse afectar por los problemas. Se debe tener muchísima fe y dependencia en la fuerza del Señor. De lo contrario, no creo que muchos sean capaces de enfrentarse a una avalancha de problemas y circunstancias adversas. Al menos no sin verse afectados por ellas. Las situaciones particularmente difíciles requieren de personas optimistas, motivadoras y llenas de fe.

Lo que más ayuda a las personas con problemas es fe en que podrán resolverlos. Que el Señor los resolverá por ellos y los ayudará a superar el estado de abatimiento y desaliento. La mayoría son lo suficientemente responsables como para resolver buena parte de sus problemas con la ayuda del Señor; pero necesitan aliento, y a menudo lo único que les hace falta es que reaviven su fe y les animen a levantarse e intentarlo de nuevo [2].

El optimismo consiste en levantar el rostro hacia el sol y nunca dejar de avanzar. Mi fe en la humanidad fue puesta a prueba en muchos momentos sombríos. Pero me negué a rendirme. No podía hacerlo. Ese camino conduce a la derrota y la muerte.  Nelson Mandela

La tarea se presenta difícil, pero mientras perseveren, vencerán. Descubrirán el gozo que procede de superar obstáculos. Recuerden que ningún esfuerzo se pierde en la consecución de un objetivo hermoso.  Helen Keller

El optimismo es una estrategia para crear un mundo mejor. Porque a menos que se crea que el futuro puede ser mejor, es casi imposible levantarse y tomar responsabilidad en su creación.  Noam Chomsky

 

EL SEÑOR ES MAYOR QUE LAS CIRCUNSTANCIAS

Imagen

Todos tenemos algo que podría entorpecernos e incluso incapacitarnos tremendamente, si es que nos dejáramos hundir por ello en vez de superarlo. La maravilla de todo es que el Señor nos ha concedido un medio de sobreponernos a esas cosas. Más aún, ¡eso es lo que quiere que hagamos! Ya que tenemos acceso a Su ayuda, las circunstancias —pasadas o presentes— no tienen por qué dictar nuestra vida.

No hay más que recordar la cantidad de personas que, a lo largo de la historia, han remontado obstáculos aparentemente insuperables y han alcanzado la grandeza. Salieron triunfantes a pesar de la pobreza, de defectos físicos, de ambientes familiares que dejaban que desear y cosas así. Seguro que cada uno de nosotros podría poner unos cuantos ejemplos de grandes hombres y mujeres que vivieron experiencias o acontecimientos que habrían podido darles pretexto para llenarse de hostilidad o sentirse agobiados por ellos, pero ¡no cayeron en eso! Lo que hicieron fue esforzarse más aún por superar los obstáculos, y al hacerlo, se fortalecieron. En vez de quejarse del trago amargo que les había dado la vida, resolvieron endulzarlo.

Gracias a los obstáculos a los que se enfrentaron, llegaron más lejos de lo que habrían podido llegar de otro modo. George Bernard Shaw, por ejemplo, era tímido a más no poder. Pero como estaba decidido a superar ese defecto, hizo un esfuerzo por hablar en público, ingresó a asociaciones de debate y se levantaba a exponer en asambleas para superar la dificultad que tenía para hablar en público. Al final, esa debilidad se convirtió en su fuerte. Llegó a ser un orador brillante y agudo, además de un escritor importante.

Hay gente que nació en la más abyecta pobreza, pero luchó por salir de ella y hacer algo en la vida a pesar de su origen. En muchos casos, por haber tenido esas dificultades, esas personas fueron capaces luego de comprender a otros pobres y compadecerse de ellos, y trabajaron por mejorar su suerte. Booker T. Washington, por ejemplo, era un esclavo pobre al nacer, pero después de trabajar durísimo en minas de carbón y de sal, llegó a ser educador y portavoz de la comunidad afroamericana. Fundó una escuela para dar a otros la oportunidad de mejorar su situación.

A menudo los que saben lo que es tener dificultades y las han superado son los que luego resultan capaces de ejercer una gran influencia e infundir en otras personas el valor y la fe necesarios para superar las dificultades que éstas tengan. Los que presencian su lucha o se enteran de ella ven en el ejemplo que dan estas personas una prueba de que es posible superar grandes obstáculos en la vida, sobreponerse a situaciones aparentemente imposibles y triunfar, aunque la situación parezca desesperada. Sus victorias son un testimonio para todos nosotros de que las circunstancias difíciles no tienen forzosamente que derrotarnos, sino que podemos sobreponernos a ellas si tenemos el ánimo y la actitud debidos.

Jerome K. Jerome fue un escritor inglés. Su padre murió cuando él tenía 12 años, y a los 14 tuvo que ponerse a trabajar para mantener a su madre y su hermana. Más dificultades todavía encontró cuando murió su madre, pero después de tener muchos empleos, terminó convirtiéndose en escritor. Y no de relatos tristes, sino que fue un famoso humorista y se dedicó a redactar obras humorísticas para alentar a la gente. Él, que tuvo tantas dificultades en sus primeros años, afirmó: «Lo que nos fortalece es la lucha, no la victoria».

Me recuerda la historia de un joven que toda la vida padeció una tartamudez muy aguda. En varias ocasiones oraron por él, pero el Señor estimó más conveniente no sanarlo. Este joven cristiano al final llegó a la siguiente conclusión: «Me imagino que el Señor quiere que me valga de mi tartamudeo para Su gloria, porque cuando testifico, ¡a la gente le da tanta pena de mí que siempre me escucha!» Aunque no consiguió librarse de su defecto, no dejó que eso lo hundiera. No permitió que le hiciera retraerse y aislarse de los demás, sino que aprendió a aprovecharlo para beneficio propio para la gloria de Dios. Llegó hasta el punto de darle gracias a Dios por su incapacidad y de verle su lado bueno.

Quienes caminamos por fe desde luego que no tenemos por qué vivir limitados o imposibilitados emocional, mental o espiritualmente a causa de las cargas de nuestras circunstancias o del pasado. Es más: el Señor con frecuencia permite esas cosas para que luchemos por superarlas. La intención del Señor es que las dificultades que enfrentamos en la vida nos fortalezcan. En vez de tomar los obstáculos, las adversidades y las malas experiencias como algo terrible, que supone una desventaja o un impedimento, podemos aprovecharlos para mejorar nuestra vida. Podemos tomarlos como trampolines, como algo que nos ayuda a subir más alto. Así, esas cosas no nos frenan, no nos hunden, sino que de hecho podemos aprovecharlas para que nuestra vida y la de nuestros semejantes terminen por ser mejores que antes.

Con todo eso, podemos aprender a luchar con la ayuda del Señor, a fortalecernos con el esfuerzo. Si no tuviéramos necesidad de vencer ninguna dificultad, podríamos tener la tentación de sentirnos satisfechos de nosotros mismos y vagaríamos en la vida sin rumbo, con lo cual por lo general no adquiriríamos la fortaleza de carácter que proviene de bregar para superar dificultades. Nos podríamos perder la belleza que muchas veces produce el sufrimiento en nuestra vida. No encontraríamos amigos verdaderos como los que acuden a ayudarnos en nuestro momento de necesidad. No podríamos compadecernos de igual modo de los que han pasado lo mismo ni «consolarlos por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios»[3], ni comprender lo que están viviendo para poder ayudarlos a salir adelante.

Dios se vale de nuestras batallas y tropiezos para enseñarnos a ser pacientes y a confiar en el Señor y tener fe en Él. Nos ayudan a ser más misericordiosos [4].

Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios. Por lo tanto, consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen.  Hebreos 12:1-3 RVC

 

 María Fontaine

 

[1] Marcos 9:23.

[2] Publicado por primera vez en junio de 1989.

[3] 2ª a los Corintios 1:4.

[4] Publicado por primera vez en diciembre de 1992.

 

Con amor….Myriam

comuncaciones@amoramore.co

amoramore@outlook.com

@MyriamAmorAmore

LA EFICACIA DE LA ORACIÓN.

Imagen
El Señor ha dispuesto que mucho dependa de nosotros, de nuestro interés y nuestras oraciones. Si uno clama a Dios albergando escasas expectativas, recibe una respuesta a medias. En cambio, si clama de todo corazón recibe una respuesta ¡clara y contundente! Cuanto más intensa sea la oración, con más nitidez se verá reflejada. Dicho de otro modo, será respondida con la misma intensidad con que se origine, como cuando se proyecta un haz de luz sobre un espejo. Se refleja con el mismo ímpetu con que fue emitida.

El Señor obra mayormente conforme a nuestra actitud: si nosotros oramos o rezamos con todo nuestro empeño, Él actuará. Muchísimo depende de nosotros, de nuestra fe y de nuestras plegarias, y de lo que nosotros queramos que haga. Mucha gente tiene una actitud un poco cómoda y por lo visto piensa que el Señor lo hará todo, pase lo que pase. Lo cierto es que en gran medida depende de nosotros.
Él quiere que demostremos interés al orar, que seamos específicos. Si rogamos con certeza, cada vez que lo hagamos seremos oídos y respondidos. Mientras que si no lo hacemos, no ocurrirá nada. Muchísimo depende de uno. En cierto modo, hay que visualizar a las personas por las que se ora y rezar pensando específicamente en ellas, pidiéndole al Señor que haga tal o cual cosa por ellas. Y luego darlo por hecho. Es más, muchas veces el Señor responde antes de que clamemos a Él, porque sabe de antemano que lo haremos.
El apremio, la seriedad y el afán con que se ruega se ven reflejados en la respuesta. ¡Nuestras oraciones lo determinan todo! Al igual que una onda captada y retransmitida por un satélite, las plegarias se reflejan con la misma energía con que fueron emitidas en un principio. La potencia de la corriente generada determina la fuerza con que la misma será transmitida y recibida. Los receptores reciben un voltaje equivalente al que se envía. No se obtiene más de lo que se emite.

Un mensaje especialmente para ti, con mucho AmorAmore.

Juan Manuel Salguero

Myriam AmorAmore

comunicaciones@amoramore.co

amoramore@outlook.com

@MyriamAmorAmore