LA AMABILIDAD Y LA BONDAD

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Sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.  Efesios 4:32

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Se podría definir a una persona amable como alguien comprensivo, delicado, benévolo. No solo Efesios 4:32 relaciona ser amable con perdonar, sino también el Salmo 86:5, que reza: «Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan». El perdón surge más fácilmente de una actitud de amabilidad que de una actitud defensiva.

Cuando uno se siente amenazado, es natural que se ponga a la defensiva. Reemplazar esa actitud defensiva con amabilidad significa que uno se vuelve vulnerable a que los demás se aprovechen de uno otra vez. Por esa razón, a veces es difícil ser amable. Hace falta cierta habilidad para ser amable y no áspero. Hay que ser fuerte para ser amable, y muchas veces las personas no se sienten fuertes. Pero la Biblia nos instruye que seamos benignos, y también nos promete la fortaleza. En Salmo 28:7 encontramos que «El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en Él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré».  Norman Wright y Rex Johnson

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Es posible que nos parezca que conocemos a alguien, pero jamás sabremos lo que pasa entre bastidores. La madre que a tu juicio tiene todo bajo control podría estar derrumbándose y sintiéndose incapaz de hablar de ese tema con nadie. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podríamos marcar una diferencia?

Podemos hacer algo al respecto. En esto podemos llevar a cabo un cambio.

Si ves a una madre que logró salir de Tesco con sus compras y que al parecer conservó la cordura, nada te impide decirle: «¡Buen trabajo, amiga! Me quito el sombrero. ¡Ha hecho un buen trabajo!»

A la inversa, si ves a una madre con niños que gritan en el supermercado y que —por esta vez— no eres tú, sonríele amistosamente o dile algo así: «Linda, a todas nos ha pasado. No te preocupes». Eso podría ser de gran utilidad, ayudarla a sobrevivir esa terrible situación. Sostengo que las palabras de ánimo que los extraños digan al azar son tan valiosas como los elogios de quienes conocemos bien. Y recuerda, no sabemos lo que sucede bajo la superficie, incluso tras un rostro con un maquillaje impecable.

Todos libramos nuestras batallas individuales y podríamos ayudarnos mutuamente a fin de que sean más ligeras nuestras cargas. Apuesto a que puedes pensar en un sinnúmero de madres que admiras por diferentes razones. Pero, ¿ellas lo saben? ¿Podría ser que mientras comparas tu interior con el exterior de una mujer, que ella haga lo mismo y le parezca que algo le falta?

Así pues, con este artículo, te dejo una tarea. Sal al mundo hoy y sé una mamá amable.  Rachel

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Con una pizca de ternura

ya se siembra alegría,

con un sencillo gesto amable

que denote empatía.

Una palabrita cordial

da esperanza y aliento.

Con una sonrisa amistosa

muere el abatimiento,

como irrumpe un rayo de sol

en una estancia oscura,

un rostro risueño ahuyenta

la mayor amargura.

Elizabeth Hadden

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Stephen Grellet, un cuáquero nacido en Francia que murió en Nueva Jersey en 1855, habría sido un desconocido para el resto del mundo de no ser por unas cuantas frases que lo inmortalizaron. Las conocidas frases, que han infundido aliento a tantas personas, dicen así:

«Solo he de pasar por este mundo una vez. Todo el bien que pueda hacer, cualquier gesto de bondad que pueda mostrar a un ser humano, ayúdame a hacerlo ahora y también a no aplazarlo. Pues nunca volveré a pasar por aquí».  The Speaker’s Quote Book

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Dar amor es compartir amor. El amor engendra amor. La amabilidad engendra amabilidad. La misericordia engendra misericordia. De igual modo, darse amor unos a otros los lleva a darse más amor. Elimina las barreras y trae unidad, amor, cariño y compasión entre ustedes. A medida que hagan la parte que les corresponde para que desaparezcan esas barreras, Mi amor se puede transmitir libremente de unos a otros; puede haber unidad, formar un solo cuerpo y entablar un estrecho vínculo de amor.  Jesús, hablando en profecía

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Un soldado estadounidense que había estado en Irak se inscribió en un curso de reducción del estrés basado en la práctica reflexiva y atenta. El curso lo ofrecía el ejército y él se inscribió tras su retorno. Lidiaba con la ira y además criticaba mucho a los demás. Después de seguir el curso varias semanas, empezó a aprender la meditación bondadosa, en la que de manera repetitiva se practica la buena voluntad hacia uno mismo y los demás.

Un día se encontraba en la fila rápida del supermercado para pagar unas cuantas cosas. La señora que estaba delante de él no solo llevaba más de 12 artículos en su carrito, sino que además mostraba orgullosamente un bebé a la cajera. Esta última, se deshacía en elogios para con el bebé y lo sostenía en brazos. La cajera tomaba bastante tiempo para hablar con la señora que estaba delante de él. Pensó: «¡Grrr! La señora no solo se EQUIVOCÓ de fila. Además se pone a conversar acerca de su bebé. Esto se demora más de lo que pensaba. Detesto las esperas. Detesto que la gente no obedezca las reglas. ¿Y por qué es tan lenta la cajera? ¡Ahora mismo quiero decirles un montón de cosas a ellas dos!»

Cuando llegó a la caja registradora minutos más tarde, se dio cuenta de que el bebé de verdad era muy simpático y decidió mencionárselo a la cajera. Ella respondió: «¿Le parece? Gracias. Es mi hijo. Hace poco mi esposo murió en combate. Mi madre se encarga de cuidar a mi bebé una gran parte del tiempo. Lo trae aquí a mi trabajo todos los días para que pueda verlo».  Jack Kornfield

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El amor es paciente y bondadoso.  1 Corintios 13:4

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La mayoría de nosotros expresa su gratitud a los miembros de su familia y a los amigos. Sin embargo, hay muchas otras personas que colaboran en nuestra vida diaria. Están los que cosechan los alimentos que consumimos, el obrero que empaqueta nuestros alimentos, el carpintero que construye casas en nuestra comunidad, la persona que recoge la basura, el policía que se esfuerza para mantenernos a salvo, las enfermeras de los hospitales, los jardineros que se ocupan de cuidar los jardines públicos. La lista sería interminable.

El desafío es dedicar momentos del día para dar un respiro, contemplar lo que nos rodea y expresar gratitud por lo que esté delante. Puede ser un cielo claro y azul, la persona que hizo los zapatos nuevos que llevas puestos o una canción que escuchas en tu iPod. Mantente alerta para que detectes las oportunidades de ser amable. Advierte una necesidad y actúa. Ningún acto de amabilidad es demasiado pequeño. En el mundo ajetreado de hoy, puede sanar, y sanará, los pequeños golpes que todos sufrimos.  Colleen Flanagan

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En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. No existen leyes contra esas cosas.  Gálatas 5:22-23

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San Nicolás de Bari nació a finales del siglo III en el seno de una familia pudiente. Sus padres murieron siendo él niño todavía. Desde joven dedicó su vida a Dios. Fiel al precepto bíblico de «vender todo lo que se tiene y darlo a los pobres» (Mateo 19:21), empleó toda su herencia para asistir a los necesitados y afligidos. Posteriormente fue nombrado obispo y se distinguió por su gran amor y magnanimidad.

Su vida es un recordatorio de que amar significa esforzarnos por tender una mano a los demás. Tenemos la obligación de tratar con amabilidad y ayudar de manera práctica a las personas con las que nos cruzamos en la senda de la vida.  Abi May

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Los corazones amables son los jardines.

Las flores son las palabras afables.

Los pensamientos gentiles son las raíces.

Los frutos son los actos amables.

Cuida siempre bien de tu jardín,

elimina todas las malas hierbas,

que tenga de sol un festín,

y se llene de palabras y obras buenas.

Henry Wadsworth Longfellow

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No tiene nada de malo que hables de una persona a sus espaldas, siempre y cuando te limites a decir cosas halagadoras de ella.

Lo más probable es que lo que digas de alguien tarde o temprano llegue a sus oídos. Sigue, pues, esta norma: No digas nada de una persona en su ausencia que no le dirías a la cara. Es cuestión de tratar a los demás como quisieras que te trataran a ti cuando yerras o se ponen de manifiesto tus debilidades.

Puede que en alguna ocasión sea necesario hablar de los defectos de alguien con otra persona, sobre todo si ocupas un cargo directivo; pero siempre puedes hacerlo con respeto y sin denigrarlo ante la persona con quien hablas. Cuando tengas que decir algo negativo, procura compensarlo con algo positivo. (Todo el mundo tiene sus buenos rasgos.) Además, si tienes presente que el motivo por el que estás hablando de los defectos de esa persona es ayudarla a mejorar y progresar, la conversación cobrará un tono más positivo y es más probable que logres tu objetivo: generar cambios favorables.

Y ¿sabes una cosa? Tarde o temprano te será retribuida la amabilidad y consideración que manifiestes. Se trata de un principio espiritual tan seguro como las leyes de la naturaleza: Uno cosecha lo que siembra. Si tratas a todas las personas con respeto, te ganarás el respeto de todos.

No solo eso, sino que tu ejemplo tendrá un gran efecto en los demás. Puede que no veas grandes resultados enseguida; pero si persistes, puedes crear un pedacito de cielo en tu rincón del mundo. Verás que es posible. Y todo eso lo puedes iniciar tú.  Jesús, hablando en profecía

Publicado en Áncora en julio de 2013.